5/26/2009

Desde que leí “La última niebla” de la maravillosa María Luisa Bombal, algunas de las imágenes poéticas de esta historia se han pintado en mí, quizás por los momentos que estoy viviendo, quizás por personas que voy conociendo, quizás simplemente porque quedaron almacenados algunos fragmentos en partes de mi cerebro que circulan dando vueltas sin parar y de vez en cuando encuentran el camino para volver a mi presente. Lo raro es que no me sucede con todo lo que he leído, hay cosas que sin duda he olvidado, o se almacenaron en zonas cerebrales más susceptibles a ser reseteadas, pero no se porqué.

Esa prolífica imaginación de mujer sola, me lleva a divagar en el poder majestuoso de la mente, el poder tan intimo que tienen las fantasías y del que nadie nos puede despojar por más barrotes que se nos impongan en el camino.
Vivimos entonces imaginando, creando, inventando casas en la niebla, encuentros que son tan reales como la vida misma, escenas que nos extrapolan a experiencias que luego se confundirán entre lo real y lo ficticio.

No quiero creer que necesitemos de ella por incapacidad de vivir en la realidad esos sueños, quiero dejar claramente dicho y firmado, que estoy convencida que mientras más fantasías llenen nuestra mente y porque no decirlo también nuestros cuerpos, más rica es nuestra existencia, más felices o desdichados si es que lo queremos ser, nuestro pasar. Inventamos personas y situaciones que de otra forma jamás nos enriquecerían, recorremos lugares y vivimos amores de película, vamos a guerras que jamás existieron y recorremos todas las noches caminos en la oscuridad aferrándonos a árboles que nunca llegaron a germinar.

La imaginación es una fuente de aguas profundas, a veces cristalinas, otras turbias, otras llenas de pétalos de flores, de margaritas deshojadas, de cartas en las que la tinta fue borrada, de barquitos que naufragaron, de monedas lanzadas con esperanza, con uno tras otro y otro reflejo, con luna y con sol, con ondas infinitas, con pies de niños, con jugarretas, con tristezas y alegrías, con soledad y compañía, con besos robados y otros rechazados, con manos juguetonas y otras exploradoras. En definitiva aguas que son sólo nuestras y de las que podemos beber cada vez que tengamos un poco de sed.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Paloma , nadie está verdaderamente sóla, lo que ocurre es que entre tu alma y la mia estan nuestros cuerpos, como andamios que hace más dificil recoger la luz de tu mirada.

te regalo un verso desde el sur.

"Acurrucado en los rincones de la casa familiar
Observo destellos de luz que se encierran en la arena
Las cosas se llenan de ausencias y se deshojan en esta tarde desnuda
y el grito plateado de los treilles recorre los ríos de la memoria, Los arboles de la casa materna, los aromas de las hierbas,
los volantines en la plaza pública,
y mi madre mirándome desde la ventana".

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